Mediación: un aporte a la transformación de las relaciones sociales

Este artí­culo fue originalmente publicado por El Acuerdo, la revista del Equipo IMCA.Les agrademos a los editores del Equipo IMCA por habernos dado el permiso de publicar este artí­culo por Mediate.com.Este artí­culo fue originalmente publicado por El Acuerdo, la revista del Equipo IMCA.Les agrademos a los editores del Equipo IMCA por habernos dado el permiso de publicar este artí­culo por Mediate.com.

Aquí­ se enuncian algunas de las ideas desarrolladas en el libro: Mediación Comunitaria. Conflictos en el escenario social urbano (México, Universidad de Sonora-Centro Internacional de Estudios Sobre Democracia y Paz Social, 2005); Alejandro Nató, Marí­a Gabriela Rodrí­guez Querejazu y Liliana Carbajal.

 

Aquí­ se enuncian algunas de las ideas desarrolladas en el libro: Mediación Comunitaria. Conflictos en el escenario social urbano (México, Universidad de Sonora-Centro Internacional de Estudios Sobre Democracia y Paz Social, 2005); Alejandro Nató, Marí­a Gabriela Rodrí­guez Querejazu y Liliana Carbajal.

istintos análisis de los tiempos contemporáneos coinciden en señalar la globalización como un cambio radical e irreversible. Zygmunt Bauman se refiere a ella como €œuna gran transformación que ha afectado a las estructuras estatales, a las condiciones laborales, a las relaciones interestatales, a la subjetividad colectiva, a la producción cultural, a la vida cotidiana y a las relaciones entre el ser y el otro€. (Bauman, Z. 2005). Al mismo tiempo, algunos problemas ya estructurales como el desempleo, la pobreza y la violencia junto a la desigualdad creciente han derivado en escenarios de fragmentación y desestructuración social urbana y la consecuente erosión de los lazos sociales. Algunos de los tópicos de las condiciones socioculturales contemporáneas pueden formularse, siguiendo a Martí­n Hopenhayn (Véase Hopenhayn, M. 2002), como:

  • un descentramiento polí­tico-cultural, donde las prácticas ciudadanas no fluye  hacia un eje de lucha focal (el Estado, el sistema polí­tico o la Nación como su expresión territorial), sino que se diseminan en una pluralidad de campos de acción, de espacios de negociación de conflictos, territorios e interlocutores -y muchos de estos campos tienden cada vez más a considerarse conflictos culturales o “identitarios”

  • el “boom” de la diferencia y la promoción de la diversidad, lo que implica que muchos campos de autoafirmación cultural o de identidad que antes eran de competencia exclusiva de negociaciones privadas hoy pasan a ser competencia de la sociedad civil, del devenir-polí­tico y el devenir-público de reivindicaciones asociadas

  • el paso de lógicas de representación a lógicas de redes, donde las demandas dependen menos del sistema polí­tico que las procesa y más de los actos comunicativos que logran fluir por las redes múltiples de información; entre otros.

Este complejo marco de transformaciones de la dinámica social constituye un campo suficientemente fértil como para que pueda emerger una multiplicidad de conflictos de orden social y/o comunitario de distinta í­ndole, de múltiples formas y de distinta intensidad. Asimismo las condiciones de exclusión social presentes en las sociedades actuales son generadoras o productoras de escenarios de confrontación.

Es necesario entonces encontrar nuevas respuestas que requieren de decisiones polí­ticas, económicas y sociales junto con instancias de articulación y de recomposición de los distintos actores sociales.

Al igual que en otros paí­ses, en la Argentina se han desarrollado en los últimos años los métodos de Resolución Pací­fica de Conflictos. La Mediación, en el marco de estos métodos, se presenta así­ como un instrumento significativamente útil en la aspiración de construir una democracia más completa en el marco del pluralismo.

Sin embargo, el trabajo en conflictos sociales, públicos o interculturales nos ha revelado que no toda concepción de la Mediación es adecuada o suficientemente comprehensiva en cuanto a las múltiples temáticas a abordar para desde allí­ contribuir en la transformación de las relaciones sociales. Nos encontramos así­ con una definición de Six que es, a nuestro modo de ver, la base desde la cual trazar una perspectiva en cuanto al modo de pensarla y actuarla con estos objetivos: él se refiere a ella como:

€œ…un espacio de creatividad personal y social, una realización de ciudadaní­a.€ (Six, J-F. 1997)

Entendiendo el ejercicio de la ciudadaní­a como el resultado de complejos procesos en los que estarán necesariamente presentes el conflicto y la confrontación, es preciso propiciar el diálogo social. Este diálogo seguramente tendrá momentos de consenso y de conflicto, aceptando que el consenso no supone la unanimidad sino €œun proceso de compromisos y convergencias en continuo cambio entre convicciones divergentes€. (Sartori, G., 2001). En tanto la Mediación se propone facilitar este diálogo, podemos considerar que es un instrumento inestimable en este propósito.

Por otra parte, la caracterización del escenario en el que se ejerce la ciudadaní­a, esto es, la ciudad, nos revela la multiplicidad de temas por abordar en tanto es en ella, como señala Jordi Borja, en la que se dan los intercambios en los que confluyen diversidad de actividades y de grupos, es decir, se despliega la densidad de las relaciones sociales. Asimismo es el lugar de civismo, donde se dan procesos de cohesión social y se verifican los de exclusión, de pautas culturales que estarán presentes en los comportamientos colectivos, de identidad que se expresa material y simbólicamente en el espacio público y en la vida ciudadana. Es también donde los ciudadanos se realizan mediante la participación en los asuntos públicos, la ciudad es, en definitiva, el lugar de la polí­tica. (V. Borja, J. 2002)

La Mediación en el ámbito social urbano puede ser definida entonces como:

€œUn recurso humano y un instrumento cí­vico mediante el cual los integrantes de una sociedad pueden tramitar sus diferencias y/o gestionar los conflictos que se les presentan en el ámbito privado o público, así­ como también participar en la construcción de la sociedad que integran€. (Nató, A.-Rodrí­guez Querejazu, M. G.-Carbajal, L. 2005)

En este propósito la Mediación Comunitaria, desde su perspectiva particular, establece una cualidad diferente en el modo de concebir el conflicto, los propósitos de las intervenciones, el papel de los participantes en los procesos, el perfil y el rol del mediador; en suma, las aspiraciones de la Mediación enunciadas. De este modo, entendemos por Mediación Comunitaria la multiplicidad de procesos desde los cuales intervenimos en el ámbito social urbano en general y en algunos contextos en particular. Con este criterio podemos establecer una clasificación general de los conflictos que desde ella se pueden abordar en tres grandes grupos: conflictos en la comunidad, conflictos públicos y conflictos interculturales, teniendo en cuenta que cada conflicto puede ser considerado simultáneamente desde distintas categorí­as. Asimismo la propuesta de la Mediación Comunitaria puede traducirse en aportes relativos a:

  • la difusión de sus valores, estimulando la autorreflexión y la responsabilidad, y tratando de suscitar la necesidad de establecer nuevos pactos para seguir viviendo juntos, sin exclusiones de ningún tipo.

  • la transferencia de técnicas y herramientas a individuos y/o grupos de individuos a fin de proveerles habilidades y destrezas que faciliten su vida social y que, a su vez, ayuden a hacer realidad una convivencia pací­fica enriquecida por la diversidad.

  • contribuir a establecer redes sociales que estimulen y favorezcan las relaciones sociales o comunitarias  en un proceso de construcción, tanto individual como colectivo, que promueve un intercambio dinámico entre los que participan en él.

  • posibilitar la potenciación de recursos y la creación de alternativas superadoras para la resolución de problemas o la satisfacción de necesidades.

  • el tratamiento de las diferencias que se suscitan entre los individuos, grupos de individuos e instancias privadas o públicas en un espacio de diálogo democrático basado en el protagonismo de los que participan en él.

En el ámbito social o comunitario, la Mediación promueve una cultura basada en la autodeterminación y en la iniciativa de los individuos o de los actores sociales. En este sentido, podemos pensarla como una forma pací­fica de gestión de los conflictos que favorece que las personas o grupos asuman roles activos asistidos por mediadores legitimados para actuar en este rol.

Aparece así­ la figura del mediador como facilitador de estos procesos. La complejidad de la vida contemporánea y las nuevas condiciones socioculturales someramente descriptas hacen necesario un nuevo perfil de mediador que deberá contar con una sólida formación basada en saberes provenientes de distintas disciplinas, en técnicas y herramientas especí­ficas y el desarrollo de cierta actitud. Igualmente, en una situación o relación de conflicto confluyen aspectos de distinta í­ndole que el mediador debe saber comprender para actuar positivamente en ellos. En este sentido el trabajo en equipos interdisciplinarios garantiza la mirada compleja y amplí­a la perspectiva para observar e intervenir en estos procesos, y desde allí­ contribuir al entendimiento.

La intervención en contextos sociales cada vez más móviles, fragmentados y fuertemente diversificados requiere de mucho más que un mediador como tercero supuesto neutral. Como mediadores, podemos, o no, comprometernos. Podemos poner a disposición las herramientas de la Mediación para construir puentes entre grupos socioculturales diferentes. Podemos implicarnos en este emprendimiento que supone intervenir desde el respeto y el reconocimiento del otro y de su otredad en escenarios marcados por el abismo de la desigualdad. Luego, podemos diseñar y proponer procesos de intervención orientados a reparar o restituir el tejido social donde haya rupturas, o a establecer nexos allá donde la diferencia o la indiferencia amenazan la posibilidad de constituir un conjunto. Aquél que quiera desempeñar este rol debe, fundamentalmente, emprender una transformación personal en su manera de concebir la relación con el otro, en el modo de construir ese lugar de terceridad, en la capacidad para crear un espacio de encuentro y de incentivar la verdadera emancipación de los individuos

Desde esta perspectiva podemos, entonces, hacer aportes modestos pero significativos en la aspiración de construir una sociedad-ciudad pluralista, equitativa e integradora. Parafraseando a Bauman, €œvivir juntos en un mundo de diferencias” es la frase que representa el propósito que nos convoca.

 

Referencias bibliográficas:

Bauman, Zygmunt. Identidad. Zygmunt Bauman. Conversaciones con Benedetto Vecchi. Buenos Aires, Losada, 2005.

Borja, Jordi. €œCiudadaní­a y globalización€. Centro de documentación en Polí­ticas Sociales, Documentos 29, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2002.

Hopenhayn, Martí­n. “El reto de las identidades y la multiculturalidad” http://www.comminit.com/la/lacth/sld-3016.html La Iniciativa de Comunicación desde 26/01/2002

Nató, A.-Rodrí­guez Querejazu, M. G.-Carbajal, L. Mediación Comunitaria. Conflictos en el escenario social urbano. México, Universidad de Sonora-Centro Internacional de Estudios Sobre Democracia y Paz Social, 2005.

Sartori, Giovanni. La sociedad multiétnica.Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros. Madrid, Taurus, 2001.

Six, Jean-F. Dinámica de la Mediación. BuenosAires, Paidós, 1997.

 

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